domingo, 26 de julio de 2015

Amsterdam I

Hola de nuevo. Se me olvidó añadir algunos aspectos que creo que son interesantes acerca de las gentes de Amsterdam que me sorprendieron muy gratamente: nadie olía mal. Es verdad que no hace allí tanto calor como en Madrid, pero también no es menos cierto que no existe aire acondicionado en casi ningún lugar y cuando el sol pega a unos 24º sobre los vidrios del autobús o el tram, os puedo asegurar que la temperatura interior puede subir unos cuantos grados. Bien, pues allí no huelen ni los negros. Todos dan la impresión de estar recién bañaditos, lo cual es una gozada. Y los precios de las tintorerías no son especialmente baratos, no creais. Y sospecho que no hay mucha gente que tenga lavadora y secadora en esas viviendas tan reducidas de tamaño, aunque esto debería de confirmármelo alguien que haya vivido o visitado alguien allí. Lamentablemente no tuve la oportunidad de entrar en ninguna vivienda de algún habitante de la ciudad. A ver si la próxima vez que vaya tengo más suerte y pueda confirmar mi teoría. Otra cosa que me maravilló y también está relacionada con los medios de transporte en general, es que apenas nadie está atento a su teléfono móvil, tablet o similar. Raramente ves a alguien hablando por el móvil y ya no digo enviando sms o consultándolo... Nada que ver con España, ¿eh? Es reconfortante ver cómo en el metro la gente habla con otras personas o bien leen algún libro o simplemente se miran unos a otros. Es rarísimo ver gente pendiente de la típica pantallita. ¡¡¡Y estamos hablando de una de las ciudades con el PIB más alto de Europa!!! Si es que son taaaaan civilizados... En definitiva, que me ha encantado, me he encontrado allí como pez en el agua. Otra cosa debe ser la experiencia en invierno. Me sorprendió que entre semana, las calles y canales a partir de las 21 horas están prácticamente desiertas. No me puedo imaginar qué pasará en enero o febrero en esas mismas calles...

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